Introducción. El ecosistema marino de la Mar Bella se enfrenta a múltiples desafíos derivados de las actividades humanas y otros fenómenos naturales. El monitoreo constante en la estación Silmar de la Mar Bella realizado por el equipo de biólogos de la Fundación RAED, de estudiantes universitarios y voluntarios nos permite analizar estos factores y obtener información de calidad que permiten tomar decisiones políticas o particulares bien informadas para proteger el medio marino y su biodiversidad.
A continuación, destacamos los principales impactos detectados:
a. Cambio climático y calentamiento global: Con temperaturas aumentando un 20% más rápido que el promedio global, el Mediterráneo experimenta fenómenos de “tropicalización”, afectando especies autóctonas, hábitats y ecosistemas clave para mantener los ecosistemas originales y la productividad pesquera. Este cambio tiene consecuencias ecológicas y económicas significativas, incluyendo impactos en la pesca y el turismo sostenible. + Info: Efectos del Cambio Climático
b. Especies invasoras: Más de 1000 especies exóticas amenazan este mar, desplazando a las nativas y alterando ecosistemas locales. En la estación Silmar, monitoreamos especialmente el impacto del cnidario Oculina patagonica y a otras especies invasoras con alto riesgo de colonización como el alga Caulerpa cylindracea o la Rugulopterix okamurae que está causando estragos en las zonas costeras del sur de España. Estas alteraciones son exacerbadas por el tráfico marítimo y el calentamiento global. + Info: Especies Invasoras
c. Contaminación por residuos plásticos y microplásticos: Durante cada inmersión, se registra la cantidad y distribución de residuos, con especial atención a microplásticos en arena y agua. Este año, los estudios han detectado un aumento del 15% en microfibras, destacando la necesidad urgente de reforzar políticas de gestión integral de los residuos para evitar producirlos y que lleguen en tal cantidad a la naturaleza. +Info: Plástico en el Mediterráneo
d. Frecuentación humana: Las actividades recreativas en la playa incrementan la presión sobre los ecosistemas marinos. La concienciación ciudadana y el turismo responsable son pilares esenciales para mitigar su impacto.
2. Conservación activa: En la playa de la Mar Bella, la conservación activa no es solo un concepto; es una lucha constante contra el tiempo y las presiones humanas. Estudiantes universitarios y voluntarios, con gafas de buceo y cuadernos de campo, transforman este rincón del Mediterráneo en un laboratorio vivo. Aquí, la ciencia y la acción se fusionan para preservar un ecosistema que, si no actuamos, desaparecerá bajo el peso de residuos, especies invasoras y el calentamiento global.
Bajo el marco del Proyecto Silmar, estas manos jóvenes no solo recopilan datos; generan conciencia. Cada inmersión y cada muestra tomada son pequeños actos de resistencia frente a un futuro que no admite indiferencia. La conservación activa es más que un esfuerzo; es un legado que deja claro que proteger la biodiversidad no es una opción, es una responsabilidad.
3. Detectados juveniles de mero en estado critico: El Nodavirus, causante de la necrosis nerviosa viral (VNN), es una amenaza creciente para peces como el mero (Epinephelus marginatus), con brotes documentados en el Mediterráneo occidental. En áreas como Murcia y Castellón, se han registrado mortalidades masivas, confirmando la presencia del genotipo RGNNV en ejemplares afectados. Este virus impacta especialmente a los juveniles, alterando los ecosistemas y reduciendo la biodiversidad. En la playa de la Mar Bella, se han detectado meros con posibles síntomas de esta infección. + Info: Nodavirus en el Mediterráneo
El Proyecto Silmar, junto al Aquarium de Barcelona y la Facultad de Veterinaria de la UAB, ha iniciado un monitoreo para evaluar la situación en la costa de Barcelona y tomar medidas que garanticen la conservación de esta especie emblemática.